Jeremías 23:21-22
“No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.
Si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.”
Meditación
Vivimos tiempos donde abunda la palabra “profética”, pero escasea la palabra santa. Muchos corren sin haber sido enviados, declaran sin haber escuchado, anuncian “palabra de Dios” sin haber temblado en su presencia. Son profetas de su imaginación, no de la revelación divina.
Dios, por medio de Jeremías, denuncia a estos falsos profetas que hablaban sueños inventados, visiones que no provenían de Él. Su mensaje no llamaba al arrepentimiento, sino a la exaltación del hombre. No confrontaban el pecado, solo ofrecían promesas de éxito, grandeza y bendición, aunque el pueblo andaba en rebelión.
Así también hoy, muchos proclaman:
“Veo que Dios te llevará a las naciones.”
“Te viene un ministerio glorioso.”
“Dios multiplicará tus ingresos.”
“Veo una unción profética sobre ti.”
Pero Dios no ha hablado. No hay cruz en sus mensajes, no hay llamado al quebranto, no hay confrontación con el pecado. Solo halagos espirituales. Solo hay una motivación carnal.
Richard Sibbes dijo:
“Cuando los hombres dan palabras sin peso, es porque no han estado en la presencia de Dios.”
Y es exactamente lo que denuncia Jeremías:
“Si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras… y lo habrían hecho volver de su mal camino.”
El verdadero profeta no halaga. Llama al arrepentimiento. No manipula con visiones agradables. Confronta con la verdad divina. No busca seguidores. Busca glorificar a Dios.
El evangelio no es un trampolín para el éxito espiritual. Es una cruz. Y la voz que proviene del cielo no exalta al hombre, sino al Hijo.
Aplicación
- ¿Estoy buscando que me hablen “palabra profética”… o que Dios me quebrante con su verdad?
- ¿Estoy discerniendo las voces que escucho, o soy fácilmente seducido por palabras agradables?
- ¿He aprendido a valorar más el arrepentimiento que la exaltación?
- Examina cualquier “palabra profética” a la luz de la Escritura. Dios no se contradice.
- Busca estar en el secreto de Dios antes de hablar en su nombre.
- Ora por discernimiento. No todo lo que brilla es oro; no todo el que profetiza es profeta.
- Aléjate de todo ministerio que solo promete éxito, pero no llama a morir al yo.
Oración
Dios santo y verdadero,
Líbranos de oídos que solo desean ser halagados,
y de lenguas que proclaman sin haber sido llamadas.
Danos discernimiento para reconocer tu voz entre la multitud de falsos ecos.
Haznos amar tu Palabra más que cualquier promesa humana.
Y si alguna vez hemos hablado sin haber estado en tu secreto,
te pedimos perdón y temblamos ante tu santidad.
Enséñanos a escuchar primero… y a callar si tú no has hablado.
Amén.