Pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán. Romanos 8:13
Me disponía a recargar de tinta la impresora y noté que el envase que iba a utilizar tenía un agujero cerca del extremo destinado a verter la tinta. Decidí cortar la punta por completo y crear una de forma que pudiera verter la tinta en el envase de la impresora sin derramar una gota. Sin embargo, el remedio fue peor que la enfermedad: manché mis dedos y parte de la tinta se derramó alrededor de la impresora, incluso la mesa quedó impregnada de color negro. Rápidamente, tomé un líquido que ayudó a retirar las manchas de la superficie con éxito. No obstante, cuando finalmente traté de quitar las manchas de mis manos, no fue tan efectivo; el tiempo había transcurrido y la tinta se había impregnado tanto que, a pesar de intentar durante horas limpiarlas, solo logré que la tinta quedara menos visible, y así permanecieron durante todo el día. La apariencia no era la mejor.
Querido lector, cuando tardamos en mortificar los pecados con los cuales luchamos, estos, se adherirán tanto a nuestra conducta como una mancha que, con el tiempo, será más difícil de retirar y socavarán la dulce paz que Dios coloca internamente, endureciendo nuestro corazón y estorbando la vida de comunión que Dios desea que llevemos. Hablemos un poco más de esto.
¿ Qué significa mortificar el pecado ?
Mortificar el pecado se refiere a aquellas prácticas que llevamos a cabo en la vida cotidiana con el propósito de controlar o debilitar los deseos o impulsos pecaminosos, todo ello mientras nos aferramos a la ayuda del Espíritu Santo
Antes de comenzar, hay dos aspectos importantes que debemos mencionar. En primer lugar, es pertinente destacar que la vida eterna no depende de la mortificación del pecado, ya que eso convertiría nuestra salvación en un logro basado en obras (Efesios 2:8-9). No obstante, es un deber para todo verdadero creyente hacer morir las obras de la carne, dado que esto forma parte del proceso de santificación y refleja nuestro camino hacia la gloria, siempre con la comprensión fundamental de que es por gracia. En segundo lugar, mortificar el pecado no implica su completa destrucción, dado que llevamos una naturaleza inherente al pecado que solo será redimida cuando alcancemos la gloria. A pesar de ello, sí podemos lograr victorias casi constantes sobre el pecado.
¿ Como puedo mortificar el pecado ?
Solo aquellos que se han unido a Cristo pueden tener éxito en la mortificación del pecado. Es cierto que la Biblia llama a todos los seres humanos al arrepentimiento y a creer en el evangelio, pero el punto de partida para comenzar a mortificar el pecado en un no creyente es el arrepentimiento y la fe en Cristo. Es en este momento cuando recibirá el Espíritu Santo, quien le brindará ayuda incondicional para emprender la importante tarea que Dios demanda de todos sus hijos.
La mortificación del pecado es una tarea que siempre tendremos presente mientras estemos en este lado de la eternidad. Algunos de los puntos que mencionaremos no constituyen una fórmula secreta que nos garantice una victoria absoluta, pero consideramos que nos ayudarán en nuestra peregrinación como cristianos en este mundo.
Esfuércese por identificar aquellos pecados «consentidos» en su vida.
Hay pecados que aborrecemos tajantemente y consideramos atroces. Decimos ‘lejos de mí hacer esto o aquello’. Sin embargo, existen otros que consentimos sin percatarnos, tratándolos con suavidad hasta el punto de despojarlos del nombre que les otorga la Escritura y etiquetarlos como ‘errores’ ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas Salmos 19:12. Si examinamos la lista de las obras de la carne que menciona Gálatas 5:19-24, notaremos que en ella se enumeran no solo pecados como la hechicería y la inmoralidad sexual, sino también la envidia, divisiones y discordias. Además, nos advierte sobre ‘otros parecidos’, lo que nos lleva a utilizar esta lista como punto de partida para comparar los pecados que estamos permitiendo y que no vemos con la misma severidad que atribuimos a los más atroces.
Algunos pecados han aterrizado en nuestro corazón presentándose ‘dulcemente’ como una costumbre enmascarada bajo la consigna de ‘la mayoría lo hace’, y ganan terreno en nuestros corazones de manera imperceptible para la conciencia, logrando su objetivo de volverse cotidianos, consentidos, e incluso terminan disfrazados con un vocabulario evangélico. ¡El peligro es inminente! Querido lector, nadie está exento de descender por una escalera tan peligrosa como la que acabamos de mencionar. De ahí la importancia de vivir una vida de arrepentimiento diario, rogando al Señor que nos lave cada día más y más de nuestra maldad (Salmos 51:2-3).
Alguien que cree en la idea que la gracia y la misericordia divina le permiten pasar por alto sus pecados consentidos estará haciendo que su corazón se endurezca labrando un camino peligroso que puede terminar en resultados devastadores.
Esté alerta ante las amenazas del peligro a penas se asoma y no se crea el superespiritual
Reconocer los tentáculos del pecado en cuanto se atisban los primeros indicios facilitará considerablemente la batalla.
El pecado se presentará en primera instancia atractivo y deseable a los sentidos hasta llegar de manera sutil seduciendo a la voluntad, lo anterior no es una excusa para justificar nuestro pecado porque la biblia nos enseña que ya no somos esclavos del pecado (Romanos 6:18), quiere decir que si pecamos es porque decidimos cometer el acto. Si ve que una chispa caer sobren su alfombra, usted no se sienta a esperar a ver que sucede, sino que se levantará y tomará las medidas necesarias para reducir tan inminente peligro hasta tenerlo bajo control, de la misma mamera si no reducimos el pecado cuando es una chispa más adelante nos costará apagar sus implacables llamas. No piense que puede jugar al fuerte pensando «yo sé hasta donde puedo llegar esto» es sumamente peligroso, Es probable que en ese momento ya, la chispa haya comenzado a avivar sus primeras llamas. Todo comienza en la mente, si un pensamiento impuro no es refrenado, llevado cautivo a la Cruz de Cristo (2 Corintios 10:5), tarde o temprano dará a luz los actos pecaminosos.
En ocasiones, por pura misericordia, Dios no permite que lleguemos muy lejos en nuestro pecado. Sin embargo, querido lector, esto no debería servir como excusa para tratar con la misma confianza con la que tratamos a un amigo a las chispas destructivas del pecado
El Apóstol pablo en su primera carta a los corintios dice «Si ustedes piensan que están firmes, tengan cuidado de no caer.» 1 corintios 10:12. Vemos en este versículo una clara advertencia acerca de la autoconfianza excesiva y nos recuerda que debemos ser cautelosos incluso cuando creemos que estamos firmes en nuestra fe o en nuestras acciones, ya que podríamos caer en pecado sin percatarnos o peor aún, estar consintiendo a uno de ellos.
Inquiete su conciencia con la culpa de los deseos pecaminosos.
En ocasiones, no nos damos cuenta de que nuestra computadora está infectada por un virus hasta que notamos algunas acciones extrañas y decidimos ejecutar el antivirus. Esta práctica se ha consolidado como una medida saludable para nuestro sistema. De manera similar, nuestra conciencia constantemente recibe información a través de los distintos órganos de los sentidos y necesita ser expuesta diariamente a la Palabra de Dios para ser escaneada y revelar los más profundos deseos o intenciones pecaminosas ocultas en los rincones más recónditos del sistema del alma. Solo la Palabra de Dios y la intervención del Espíritu Santo pueden llevar a cabo esta labor.
La Biblia es la Voz de Dios. Al exponerse a ella, usted se somete a la voz de aquel que dijo: ‘Sea la Luz’ (Génesis 1:3). Usted se expone a la voz de aquel que proclamó: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’ (Juan 14:6). Usted se somete a la voz de aquel que descendió en el día de Pentecostés para equipar a la iglesia.( Hechos 2:1-13)»
Dígale a su conciencia que debe recibir con mansedumbre y cuidado la Palabra de Dios (Santiago 1:21-22), y que la mortificación del pecado es un proceso constante. El día en que esta crea que ya no necesita seguir mortificando sus pecados, estará atravesando una condición espiritual peligrosa.
Como afirmaba John Owen, si realmente desea eliminar sus deseos pecaminosos, permita que la ley de Dios inquiete su conciencia, hasta que usted sea convencido de la grave culpa de sus deseos pecaminosos
Promueva una fe expectante y continua en su corazón reconociendo la ayuda irreemplazable del Espíritu
En los puntos anteriores, hemos mencionado algunas pautas que nos brindan ayuda en la tarea de mortificar las obras de la carne. Aunque tengamos la habilidad de seguir no solo estas, sino también todas las indicaciones descritas en la guía práctica titulada ‘La Mortificación del Pecado’, escrita por el teólogo, pastor y escritor puritano John Owen, no lograremos la victoria sin la ayuda del Espíritu Santo. Nuestro texto inicial declara: ‘si por el Espíritu hacéis morir…’. El Espíritu Santo lo guiará a mantener su enfoque en Cristo. Nunca aparte sus ojos del Autor y Consumador de la fe (Hebreos 12:2), o de lo contrario, empezará a hundirse, como le ocurrió a Pedro (Mateo 14: 28,29)
No confunda la fe con ese positivismo impregnado de humanismo que tiende a seducir al ser humano diciendo: ‘Cree en ti mismo y todo será posible’, ‘Eres el capitán de tu destino y el dueño de tu alma’. En cambio, reconozca que usted, por sí mismo, nunca tendrá la fortaleza para vencer los poderosos impulsos pecaminosos. Necesita desesperadamente la gracia de Cristo y la asistencia inestimable de su Espíritu para superar los enemigos internos en esta ardua batalla. Aunque no experimentemos una victoria en cada conflicto, debemos seguir confiando en los recursos de Cristo, que nos guiarán hacia la victoria final.
Recordar la fidelidad de Dios y sus promesas con respecto al propósito de Cristo será de gran provecho: Y tendrá un hijo y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Mateo 1:21. Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio; pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo 1 Juan 3:8. El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios. Romanos 6:14. Espere en el único que es fiel y nunca falla; ese fue el propósito del sacrificio de Cristo, liberarnos del poder dominante de nuestros pecados (Tito 2:14). Enfoque su fe en Él.
Solo cuando el Espíritu Santo obra, confesaremos nuestra maldad y anhelaremos ser liberados de las terribles garras del pecado. De otro modo, estaremos buscando remedios falsos que pueden parecer efectivos, pero en realidad no brindarán el alivio esperado. Él intercede por nosotros con gemidos indecibles Romanos 8:26-39.
Estimado lector, si has llegado hasta aquí y sabes que no eres cristiano, lo primero que debes hacer es correr hacia Cristo y suplicar por el perdón de tus pecados, para poder recibir la encomiable ayuda de Su Espíritu.
~ Brian Orozco