Romanos 8:29-30
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Meditación
Estos versículos nos colocan ante el misterio glorioso del propósito eterno de Dios. Aquí vemos el trazo soberano de un Dios que conoce, predestina, llama, justifica y glorifica. Cada acción es Suya, y cada paso está unido a los demás con una certeza inquebrantable. Ningún eslabón depende del esfuerzo del hombre, sino de la fidelidad del Dios que salva.
Todo comienza con su conocimiento previo, que no es mera previsión de hechos futuros, sino amor soberano y electivo desde la eternidad. A esos que conoció, los predestinó con un fin claro: ser hechos conformes a la imagen de Su Hijo. La salvación no es solo librarnos del infierno, sino transformarnos para parecernos a Cristo. El Hijo no vino solo a morir por nosotros, sino a formarse en nosotros.
Luego, a los predestinados, Él los llamó eficazmente, no con un llamado general, sino con un llamado que despierta, vivifica y trae al alma a vida. Y a los que llamó, justificó —les imputó la justicia perfecta de Cristo. Y a los que justificó, glorificó. Pablo usa tiempo pasado, porque la glorificación es tan segura, que se puede hablar de ella como si ya hubiese ocurrido.
Este es un pasaje que da consuelo profundo del creyente, su salvación no depende de él mismo. Dios comenzó la obra, y Él la perfeccionará. Si has sido llamado por gracia, puedes estar seguro: serás conformado a Cristo y serás glorificado con Él.
Como escribió John Murray:
“No hay debilidad ni fracaso en esta cadena dorada; ninguna de sus partes puede romperse, porque está forjada por el Dios eterno.”
Aplicación
- ¿Descanso en el hecho de que fue Dios quien comenzó y sostendrá mi salvación?
- ¿Vivo con la meta clara de ser conformado a la imagen de Cristo?
- ¿Me alienta saber que mi glorificación está asegurada por la promesa de Dios?
- Reposa en la soberanía de Dios cuando enfrentes pruebas: Él ya te glorificó en su decreto.
- Persevera en santidad, sabiendo que estás siendo transformado a la imagen de Cristo.
- Recuerda que tu llamado no fue un accidente; fue parte de un plan eterno de amor.
- Da gloria a Dios por cada etapa de tu salvación, desde la elección hasta la futura glorificación.
Oración
Señor eterno, qué inmenso consuelo es saber que fui conocido por Ti antes de los siglos, predestinado a ser como tu Hijo, llamado por gracia, justificado por fe y destinado a gloria eterna. Perdóname cuando olvido el peso y la profundidad de tu amor soberano. Ayúdame a vivir en respuesta a este plan glorioso, con gratitud, reverencia y gozo. Que Cristo se forme en mí, y que cada día me acerque más a la imagen de tu Hijo. En Su nombre. Amén.